La modernidad, que de forma tan pertinaz se opuso al cristianismo, está ligada a él por su nacimiento y por sus ideas fundamentales. En el origen de la modernidad está el voluntarismo, el individualismo y el positivismo del nominalismo, corriente de pensamiento filosófica y teológicamente medieval. Además, la modernidad está animada por ideas fundamentalmente cristianas que ella secularizó. Entre esas ideas secularizadas se encuentra la de escatología, convertida en distintas utopías. La práctica y el cometido de secularizar ya comenzó con la fe bíblica. H. Cox y F. Gogarten destacan el desencantamiento del cosmos y la naturaleza mediante el concepto de creación. A su vez, el Éxodo desacraliza la política y los valores culturales con la prohibición de los ídolos. Por eso, Gogarten sostiene que la secularización es la consecuencia lógica del impacto de la fe bíblica en la historia[1].



[1] Cf. A. GALEANO ATEHORTÚA, Visión cristiana de la historia. Ensayo de escatología, Bogotá, San Pablo, 2010, 21, citando a H. COX, La ciudad secular, Barcelona, 1973, 39.